El viernes por la noche, a una hora casi intempestiva, Jon Sistiaga nos introdujo con maestría en las miserias del secuestro y sus consecuencias en Colombia. Con Ingrid Betancourt como excusa -la comunidad internacional, sobre todo Francia, no para de clamar por su liberación- desenmascaró a las FARC, una guerrilla narcoterrorista que quizás algún día tuvo ideales, pero que hace años que sólo se dedica a sembrar zozobra en una sociedad, la colombiana, castigada por décadas de conflicto interno y violencia. La profundidad del reportaje es destacable, ya que unió los testimonios de políticos de primera fila víctimas del secuestro -Francisco Santos, vicepresidente de Colombia, por ejemplo-, con otras de diversa índole, como soldados y personas de a pie, y nos mostró de primera mano la falta de escrúpulos de los secuestradores al traernos los casos de varios niños separados por sus padres a la fuerza, llevando a la mayor parte de los espectadores a no poder reprimir las lágrimas en más de uno de ellos. Para mí una frase resume el sentir de los secuestrados y sus liberadores. Como se veía en el reportaje, lo primero que dicen las fuerzas del orden cuando logran rescatar a un secuestrado es 'bienvenido a la libertad'. Corto, conciso y lleno de significado. Gracias Jon por acercarnos una realidad que casi siempre se queda en un frío titular de prensa, de un país lejano, y ponerle cara a un drama que sufren miles de personas a lo largo y ancho del globo. Sólo un pero que no es achacable a ti y es la hora de emisión, que privó a tu mensaje de llegar a muchos más hogares. Pero ya se sabe, si el secuestrado no es Belén Esteban o cualquiera de esta trupe de la mal llamada prensa rosa o crónica social, ¿a quién le va a interesar?